Según los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés), se trata del proceso por el que la célula descompone y destruye proteínas viejas, dañadas o anormales, y otras sustancias en su citoplasma, es decir, del líquido en el interior de la célula. Los productos de la descomposición se reciclan para funciones celulares importantes, en especial durante períodos de estrés o ayuno. Además, la autofagia ayuda a destruir virus y bacterias que causan infección y quizás impida que las células normales se vuelvan cancerosas. Para que se lleve a cabo dicho proceso se utilizan pequeñas vesículas llamadas autofagosomas. Estos se mueven por todo el interior de la célula y eliminan todo lo restante, de manera que crean nueva energía y moléculas esenciales.
Según el profesor del Departamento de Biología Funcional de la Universidad de Oviedo, Guillermo Mariño, se sabe que multitud de enfermedades neurodegenerativas, cardiovasculares, autoinmunes, metabólicas o diversos tipos de cáncer se relacionan con fallos en la autofagia y parece que mantener unos niveles adecuados de autofagia en nuestro organismo podría ser clave para gozar de una vida larga y saludable. Hacer ejercicio físico nos puede ayudar, ya que aumenta la autofagia. Sin embargo, según este experto, no todo lo que respecta a la autofagia es positivo. Por tanto, hay que ser prudentes con cualquier rutina o hábito, porque ha demostrado que un exceso de autofagia puede conducir a la autodegradación y la muerte celular.
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