¿Cómo se controla la peligrosidad de la radiación del 5G?


La Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2014 aseguró que no se ha confirmado que el uso del teléfono móvil tenga efectos perjudiciales para la salud. En otro documento publicado en 2020 sobre el 5G, insiste en que en las últimas décadas no hay estudios científicos que demuestren una relación causal que pueda hacer temer efectos sobre la salud. El calentamiento de tejidos es el principal mecanismo de interacción entre los campos electromagnéticos de radiofrecuencia y el cuerpo humano. Ese posible efecto, a los niveles habituales de exposición, es insignificante. Por eso es importante que los niveles se mantengan por debajo de los límites establecidos por agencias internacionales independientes.

En 1992 se estableció en Alemania la Comisión Internacional de Protección Frente a Radiaciones No Ionizantes (ICNIRP), que revisa periódicamente y de forma sistemática las evidencias científicas para determinar los niveles de los campos electromagnéticos de radiofrecuencia a los cuales se producen efectos biológicos. Los niveles habituales de exposición están decenas o centenas de miles de veces por debajo de los de seguridad marcados por ICNIRP, según han demostrado numerosos estudios y revisiones sistemáticas de exposición personal en condiciones reales. Pero hay efectos constatados derivados del uso de dispositivos, que no son consecuencia de las radiaciones que emiten. Así, se ha demostrado que su uso puede provocar dependencia, problemas musculares, malas posturas, vinculadas a las relaciones personales y hábitos saludables. 


Fuente: www.nationalgeographic.com.es
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