Conocer al virus
Un conocimiento detallado de la biología del patógeno, la estructura de sus proteínas y las características clínicas de la enfermedad asociada influyen decisivamente en el éxito de la vacuna. En casos como el que nos ocupa, en el que el adversario al que nos enfrentamos es nuevo, estudios previos sobre microorganismos similares pueden resultar fundamentales.
Elegir dónde apuntar
La elección del antígeno o antígenos, es esencial en el diseño de la estrategia de ataque. Una complicación añadida es que, normalmente, la receta de la vacuna también incluye adyuvantes, es decir, compuestos que favorecen la inducción de una respuesta más fuerte frente al antígeno.
Evaluar la estrategia
Una vez elegida la estrategia de ataque es necesario comprobar si es efectiva. Para ello, primero se debe probar en animales, estudiando el tipo de respuesta inmune que se induce, y su capacidad de neutralizar al microorganismo enemigo.
Una vez superadas las pruebas en animales, llega el momento de evaluar la seguridad y eficacia en humanos, para ello primero se valora la seguridad del candidato vacunal en un pequeño grupo de voluntarios sanos, posteriormente pasar a grupos más grandes en los que probar las dosis y pautas adecuadas. Si todo va bien, se procede a evaluar la eficacia de la vacuna en un número aún mayor de individuos. Pasado este proceso se puede empezar a producir la vacuna.
En situaciones de emergencia como la actual, estos ensayos se pueden acelerar, claro. Pero seguramente no tanto como nos gustaría, ya que no hay que olvidar que constituyen una cadena: si nos saltamos un escalón es más probable que fallemos en el siguiente.
Fuente: www.nationalgeographic.com.es
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