La ciencia de las cosquillas

Según la ciencia, las cosquillas no están relacionadas con el placer, sino que es un mecanismo de defensa que nos advierte del peligro ya que el cerebro trata de predecir en todo momento qué va a ocurrir. Por ejemplo, cuando alguien nos hace cosquillas, no sabemos hacia dónde va a ir ese movimiento, por lo que nos produce estrés, contra el que reaccionamos, ya sea con movimientos convulsos o con una sonora carcajada. Eso sí, no conseguirás reírte haciéndote cosquillas a ti mismo, pues en ese caso no hay incertidumbre contra la que actuar.

Un estudio de la Universidad de LinKöping (Suecia) publicado en 2019 en Proceedings of NationalAcademic of Sciences analizó qué zonas del cerebro se activan cuando nos hacen cosquillas y cuáles lo hacen cuando nos tocamos a nosotros mismos.

Los científicos pidieron a voluntarios que se colocaran en una cámara de resonancia magnética que registraba imágenes de la actividad cerebral. Después les solicitaron que se acariciasen el brazo suavemente, y luego repitieron el proceso, pero esta vez con una caricia proferida por un miembro del equipo. Al comparar las imágenes de los dos procesos, compararon qué zonas se habían activado en uno y otro caso.

Los científicos concluyeron que altocarnos a nosotros mismos, el cerebro suprime la actividad en una parte de la corteza cerebral relacionada con la percepción, por eso no sentimos, ni reaccionamos, del mismo modo que cuando recibimos el contacto de alguien, o de algo.

Fuente: www.nationalgeographic.com.es

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