El cerebro es un órgano muy complicado y que ha requerido de miles de años para evolucionar hasta la complejidad actual. En su interior millones de neuronas se comunican entre ellas con un mecanismo químico esencial: la sinapsis. Básicamente se trata del impuso nervioso que se produce a través de las neuronas y que posibilita su comunicación. Y consiste, en esencia, en una descarga química traducida en una señal eléctrica que viaja a través de las redes neuronales de nuestro encéfalo a una velocidad vertiginosa.
El impulso nervioso recorre la neurona, y cuando llega a sus dendritas (una especie de brazos deshilachados), salta hasta la siguiente neurona mediante la sinapsis, que se produce a través del intercambio de unas sustancias químicas llamadas neurotransmisores.
Cada decisión, cada estímulo, cada movimiento genera un torrente de neurotransmisores químicos en distintas partes de tu cerebro en cuestión de milisegundos. Por el momento, se han identificado más de 60 tipos de neurotransmisores, cada uno de ellos con una señal concreta. Y de este modo, las neuronas emisoras, según el mensaje que se quiera enviar, libera un neurotransmisor en particular (adrenalina, noradrenalina, dopamina...). Después, esta sustancia química atraviesa el espacio sináptico (el que hay entre neurona y neurona, el cual nunca llegan a tocar) para llegar a la receptora.
Las neuronas receptoras cuentan con una estructura química diseñada para unirse únicamente a determinados receptores, como si fuesen llaves que encajan con una única cerradura. De este modo interpretan el mensaje que les llega y es capaz de transmitirlo a la siguiente neurona.
Fuente: https://www.nationalgeographic.com.es
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